LOS VIEJOS ESTORBAN
¡Qué vida más loca!
Estoy al brasero,
le estoy dando coba:
éste es el amigo
que no me abandona.
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Ya me falta en el mundo too el mundo.
Ya soy viejo, mu viejo; ya es cosa
de que, el día menos que menos se piense,
la diñe y me entierren, que dice la copla.
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Yo he pasao mi vereda entre zarzas,
y he tenío mis ratos de broma,
y he sufrío muy duros trabajos,
y he sufrío también por las mozas,
y he tomao mu en serio la vida,
que malhaya el que en serio la toma;
yo he danzao como dance el que dance,
y he soplao, y no cisco, y cogorza
m´han metío en la cama los sabados,
y los lunes he dío a la obra;
en mi casa no habrá habío lujos,
pero el hambre jamás hizo roncha,
y a mis hijos jamás por la calle
se les ha visto sin botas,
y los he enrielao al trabajo
pa ganarse la vida con honra.
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Hoy corre otro viento,
vuelan otras moscas;
ellos ya tién hijos,
yo no soy mi sombra.
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Yo no soy aquel hombre de entonces,
el trabajo pa mí está de sobra,
me flaquean las piernas, no puedo,
ya no puedo coger la garlopa;
hoy estoy en el mundo lo mismo
que esos cofres que tién la carcoma,
con el forro de pelo sin pelo,
y averiao, y perdía la forma;
hoy estoy ya viviendo en el mundo
de propina, los viejos estorban;
hoy mis hijos me tién como al gato,
hoy mis hijos me tién de limosna;
ellos triunfan y beben y danzan,
y me riñen por na las bribonas
de las nueras, que no puén ni verme,
y los nietos, los pobres, me toman
por el coco; les pinchan mis barbas
y ni un beso me dan, a mi que ahora
más que nunca quisiera los besos.
esos besos que saben a gloria,
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los que a mi me faltan,
los que a otros les sobran;
¡ es ley de la vida;
los viejos estorban!
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Cuantos besos que yo les he dado,
por la noche, al volver de la obra;
cuántas veces entré de puntillas,
porque estaban durmiendo, a su alcoba
y con mucho cuidao les besaba
sus manitas, las mismas que ahora
no acarician a aquel que por ellos
ha pasao muchas penas mu hondas.
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Cuántas noches rendío del tajo,
me he pasao sin dormir, con zozobra,
por que alguna se hallaba con fiebre
y le ardían sus manos de rosas,
y yo, con su madre, velando su sueño
y oyendo sus ayes, besando su boca;
me acharaba el rodar de los coches,
el ruido del cuco que daba la hora,
y el aire, y la lluvia, y, en fin, el aliento
me estorbaba; ya ves tú qué cosas;
y hoy me escuchan toser, y me dicen:
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"¡Camará con la tos, y qué pasma !"
"¡Demonios de viejo!"
¡Qué tos más ladrona !"
"¡Aquí no hay quien duerma !"
"¡Cállese y no tosa!"
¡Ya ves tú qué contraste de mundo !
¡Ya ves tú cómo son las personas!
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Hoy el sol es mi amigo del alma,
su calor me da vida, me entona;
mas se oculta al ponerse la tarde,
y al ponerse repican las monjas
sus campanas al toque del Angelus:
yo, al oirlas, me quito la gorra
y aún le pido al Señor por mis hijos,
que al fin son mis hijos, mi vida, mi gloria,
y buscando el calor del brasero,
al rescoldo me paso las horas;
ellos beben y ríen y danzan,
ellos y ellos, alegres, retozan,
y los chicos diablean y brincan,
mientras yo, en mi rincón de la alcoba,
los escucho y contemplo el rescoldo,
que, cual yo, tié la vida mu corta,
y me duermo, y aún sueño con ellos,
y los besos al volver de la obra,
y sigo soñando....
¡Dios mío, qué cosas
sueño; que me quieren...
que no me abandonan!
Y amanece,¡ y me encuentro sin ellos!...
¡Qué vida más loca!
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