La necesidad de reconocimiento, pilar de la autoestima
Todos necesitamos ser reconocidos. No es una cuestión de orgullo, egoísmo o inmadurez. En absoluto, el ser humano, desde sus etapas más tempranas, necesita del respeto y el cariño de todos aquellos que le rodean, ahí donde queda implícito ese reconocimiento sincero hacia nuestra persona.
Se reconoce nuestro valor como ser humano que es querido, amado. Se reconocen nuestras virtudes y nuestras capacidades para avanzar y conseguir cosas. Para ser feliz con madurez e integridad. Bajo esta dimensión esencial se halla además la fuerza de esos vínculos de apego que nos dan confianza y que nos ayudan a crecer. Nuestros padres, nuestra familia, son el primer círculo social encargado de ofrecernos reconocimiento, respeto y cariño.
Si disponemos de este primer “sustrato”, tendremos también el privilegio de la autoestima. Ésa con la cual, ir avanzando emocional y personalmente. Más tarde, y a través de nuestras relaciones sociales, obtendremos también reconocimiento de nuestros amigos y nuestras parejas. Pero cuidado, al igual que aceptamos recibirlo, también es esencial saber ofrecer reconocimiento a los demás: “yo te valoro como persona, te aprecio y creo en ti. Sé de lo que eres capaz y te respeto por ello. Eres parte de mi vida”.
Hablemos hoy sobre ello. Ahondemos en el concepto del reconocimiento.
RECONOCIMIENTO Y AUTOESTIMA
Recordemos en primer lugar, todos esos pilares que fundamentan nuestra autoestima:
1. EL respeto hacia uno mismo: Imprescindible. Si uno mismo no se valora y se reconoce a sí mismo como persona capaz e importante, no tenemos nada. El amor siempre empieza por la propia persona. Si yo me valoro y soy capaz de ver todas mis virtudes y mi derecho a ser feliz, seré capaz casi de cualquier cosa. Sobre todo de aportarme integridad a mí mismo.
2. La autoconfianza: Soy consciente de mis capacidades y mis limitaciones. Y confío en mí para avanzar con equilibrio y seguridad a lo largo de mi camino vital. Si no tengo confianza en mí mismo, pierdo el control de mi vida. O lo que es peor, lo dejo en el bolsillo de lo demás. Y algo así no es saludable.
3. La responsabilidad de tener control sobre nuestra propia vida: Tú eres el capitán de tu navío. No eres un grumete ni aún menos un polizón. Es imprescindible que sepamos esto desde muy temprano para poder tomar nuestras propias decisiones. Para valorarnos más como personas y ser valientes.
4. La creencia de que somos validos: Jamás mires tu vida desde el punto de vista de la carencia, sino de la posibilidad. De la capacidad. Reconoce tus virtudes, tus fuerzas, jamás tus flaquezas. Todos somos válidos para ser felices en esta vida compleja, sólo se requiere seguridad en uno mismo y valentía. Nunca pienses que los demás son más válidos que tú, o será el momento en que empieces a levantar muros alrededor de tu vida. No caigas en ese error.
Tal y como puedes observar, alrededor de todos estos puntos, se integra la necesidad de reconocimiento. Pero ante todo el reconocimiento propio. La certeza de saber que soy una persona merecedora de logros, equilibrio y felicidad. Es posible que en los primeros años de tu vida no gozaras del respeto y el reconocimiento de tu familia. Puede que esos vínculos de apego no fueran los más apropiados en tu caso particular.
Tal vez fuera así, pero jamás te quedes anclado en ese pasado de infelicidad. Escudriña en tu interior, busca las fuerzas que todos tenemos y busca el salvavidas de ese auto-reconocimiento, ése que te dice que eres una persona valiente. Que mereces lo mejor y que el amor, siempre empieza en uno mismo.
LA NECESIDAD DE UN RECONOCIMIENTO SALUDABLE
"Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal.
Como puedes ver hemos estado hablando de un reconocimiento esencial que vertebra el concepto de la autoestima. Aunque también hemos de hacer un pequeño matiz. Seguro que conoces a una o varias personas que buscan siempre el reconocimiento de los demás.
El que se valore sus acciones, sus palabras, sus comportamientos, sus actitudes e incluso su físico. Cuando estas necesidades se vuelven casi obsesivas, estaríamos hablando de un reconocimiento poco saludable. Ése que busca en el exterior, lo que no encuentra en el interior.
Es decir, tal y como te hemos señalado anteriormente, es primordial que el reconocimiento parta también de la propia fuerza interior. No hace falta que los demás reconozcan que soy una persona íntegra y valiente. No necesito a cada instante y a cada hora que me digan lo bien que hago las cosas. Yo también lo sé.
Bien es cierto que todos necesitamos que amigos, familia y pareja nos ofrezcan reconocimiento. Pero no de modo obsesivo y continuo. Porque entonces, lo que estaré mostrando es una clara inseguridad en mi persona. Y entonces, un pilar de mi autoestima se estará rompiendo.
El reconocimiento es vital para el ser humano. Nos ayuda a crecer con seguridad. Pero también es primordial que lo ejercitemos en nuestro interior, consiguiendo que se alce como una locomotora interna capaz de darnos confianza, fuerza y estabilidad.
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