Todos conocemos a alguien así: una persona que solloza cuando ve una película con escenas de amor, o que se siente personalmente agredida al enterarse de que alguien sufrió una injusticia. Cuando ve las noticias por televisión su estado de ánimo puede variar de una tristeza profunda a una alegría inmensa, pasando por la ira, pues una hora de estímulos contradictorios puede afectar profundamente su ser.
La mayoría de las veces asociamos este tipo de comportamientos con las mujeres, pero nuevos estudios en psicología y neurociencia evidencian que la proporción en la existencia de este tipo de carácter es de uno a uno, es decir que presenta lo mismo en hombres y en mujeres.
También tendemos a pensar que es un asunto cultural, que los padres de estas personas los han protegido demasiado, haciendo que sus respuestas a estímulos emocionales sean exageradas. Sin embargo, la explicación al llanto que algunos experimentan frente a una hermosa puesta de sol podría estar, ni más ni menos, que en la genética.
Respuestas químicas a hechos poéticos
Michael Jawer, un investigador independiente, realizó un estudio sobre la hipersensibilidad en un grupo de personas cuando se dio cuenta de que había una relación entre quienes son extremadamente sensibles a los olores, colores y otros aspectos del medio ambiente y sus respuestas emocionales.
Cuando trabajaba para una agencia del gobierno en el área de seguridad de edificios, Jawer observó que solo algunas personas se quejaban de condiciones como el olor exagerado de un perfume o desodorante, mientras otras lo consideraban completamente normal o no se percataban del asunto.
Al hablar con ellas, muchas le referían que la gente alrededor también consideraba que eran emocionalmente más sensibles que los demás. Esto le dio la clave para comenzar a estudiar sus niveles de adrenalina, dopamina y otras sustancias químicas, que revelaron una producción notablemente más alta que en el promedio de la gente.
La presencia de este nivel de sustancias químicas se debe básicamente a la herencia, una situación genética que solamente se puede controlar si somos conscientes de ella.
¿Qué hacer si eres “un corazón tendido al sol”?
Primero que nada, admitir que eres diferente. Las personas hipersensibles representan un 20% de la población total y, por lo tanto, son susceptibles de sentirse heridas por los demás sin que ellos se den cuenta.
Empieza por admitir que tus sensaciones son reales, no son exageraciones ni cosas imaginadas. Si te molestan los ruidos, por pequeños que sean, son tus sentidos lo que están reaccionando, no que te comportes intolerante. Sin embargo, puedes darle reposo a tu mente y a tu cuerpo, además de mejorar notablemente tus relaciones con los demás, con algunas sencillas prácticas, como la meditación diaria, que ayuda mucho a sobrellevar el exceso de estrés que implica tener una sensibilidad tan alta. Si bien no puedes controlar lo que sientes, sí puedes aprender a dominar tus reacciones.
Cuando enfrentes una situación estresante que te ponga al borde de las lágrimas, detente un momento y habla contigo mismo hasta recuperar el control. No actúes sin antes evaluar el entorno.
Por último, una práctica mental que puede ser muy útil es imaginarte en medio de un “campo” o “escudo” de energía que impedirá que el exterior te dañe. Visualízate protegido y tendrás más fuerza para enfrentar los estímulos que te rodean.
No hay comentarios:
Publicar un comentario