Emma Goldman
Emma Goldman nació el 27 de junio de 1869 en el seno de una familia judía de Kaunas en Lituania, que regentaba un pequeño hotel. Durante el periodo de represión política que siguió al asesinato de Alejandro II y cuando contaba 13 años, se trasladó con su familia a San Petersburgo.
Emigración a América
Emigró a los Estados Unidos cuando contaba 16 años con una hermanastra tras el enfrentamiento con su padre que pretendía casarla a los 15 años. El ahorcamiento de cuatro anarquistas a consecuencia del Motín de Haymarket, animó a la joven Emma Goldman a unirse al movimiento anarquista y convertirse, a sus 20 años, en una auténtica revolucionaria. En esa época se casó con un emigrante ruso. El matrimonio apenas duró 10 meses, Emma se separó y se fue a New York. Continuó legalmente casada para conservar su ciudadanía americana.
En New York conoce y convive con Alexander Berkman y pasa a ser la principal dirigente del movimiento anarquista de los Estados Unidos. Su apoyo a Berkman en la tentativa de asesinato de Henry Clay Frick la hizo todavía más impopular frente a las autoridades americanas. Berkman fue encarcelado durante varios años.
Emma fue encarcelada, asimismo, en 1893 en la penitenciaria de las islas Blackwell. Públicamente instigó a los obreros en paro a Demandez du travail, s’ils ne vous donnent pas de travail, demandez du pain, s’ils ne vous donent du pain ni du travail, prenez le pain (Pedid trabajo, si no os lo dan, pedid pan, y si no os dan ni pan ni trabajo, coged el pan). Esta cita es un resumen del principio de expropiación preconizada por los anarco-comunistas como Piotr Kropotkin. Voltairine de Cleyre salió en defensa de Emma Goldman en una conferencia dada tras su apresamiento (In defense of Emma Goldman). Mientras permaneció en prisión, Goldman, desarrolló un profundo interés por la educación de los niños, empeño en el que se involucró años más tarde.
Junto con nueve personas más fue de nuevo arrestada el 10 de septiembre de 1901 por participar en el complot de asesinato contra el Presidente William McKinley. Uno de ellos, León Czolgosz le había disparado pocos días antes. Emma, le conoció semanas más tarde y se vio con él una sola vez, al ser arrestada dijo: ¿Tengo yo la culpa de que un loco haga una mala interpretación de mis palabras?
El 11 de febrero de 1916 es detenida y encarcelada de nuevo por la distribución de un manifiesto en favor de la contracepción. Durante varios años, y cada vez que daba una conferencia, esperaba ser arrestada, por eso iba siempre pertrechada con un buen libro. En 1917, y por tercera vez, es encarcelada de nuevo junto con Alexander Berkman por conspirar contra la ley que obligaba al servicio militar en los Estados Unidos. Hizo públicas sus profundas convicciones pacifistas durante la Primera Guerra Mundial y criticó el conflicto por considerarlo un acto de imperialismo. Dos años después fue deportada a Rusia. Durante la audiencia en la que se trataba de su expulsión, J. Edgar Hoover, que era el presidente de la misma, calificó a Emma como una de las mujeres más peligrosas de América.
Residió en la URSS con A. Bekman (1920 – 1922) y participó en la rebelión de Kronstadt. Apoyó a los bolcheviques en contra de la división entre anarquistas y comunistas, hecho que se produjo durante la Primera Internacional. La represión política, la burocracia y los trabajos forzados que siguieron a la Revolución rusa contribuyeron, en gran medida, a cambiar las ideas de Goldman sobre la manera de utilizar la violencia, excepción hecha de la autodefensa.
De esta época datan sus escritos: Mon désenchatment en Russie (Mi desilusión con Rusia) y Mon autre désenchantement en Russie (Mi posterior desilusión con Rusia). Disconforme con el autoritarismo soviético, se instaló definitivamente en Canadá. En 1936, Goldman colaboró con el gobierno español republicano en Londres y Madrid durante la Guerra Civil española. Cabe destacar el vehemente artículo que escribió sobre el conocido anarquista español Buenaventura Durruti titulado Durruti is Dead, Yet Living. Emma Goldman murió en Toronto en 1940 y está enterrada en Chicago.
Hijos, Matrimonio y Aborto
El pensamiento emancipador de la mujeres de Emma Goldman se yergue sobre tres pilares fundamentales: la critica al matrimonio, el tema de lo hijos y el aborto.
Siempre mantuvo que el matrimonio era la peor desgracia femenina y también la masculina. Para Emma Goldman es imposible relacionar de modo alguno el matrimonio y el amor. “De ahí que el motto que Dante aplicó a la entrada del Infierno, se aplica con igual propiedad al matrimonio: Oh, voi che entrate, lasciate ogni speranza!” [1]
Emma Goldman
El matrimonio está concebido para condenar a las mujeres a la maternidad y al cuidado del varón, quitándoles toda posibilidad de autonomía y desarrollo personal. Los resultados son ineludibles: a la mujer que aún es soltera se le impone una absoluta continencia sexual para ser luego entregada “incólume” a su esposo; porque si se atreve a satisfacer su deseo, será condenada de por vida al desprecio que las prostitutas se merecen. De lo que se trata es de no dejar más opción que la sumisión al matrimonio.
“El puritanismo, habiendo suprimido los naturales deseos sexuales en la soltera, bendice a su hermana la casada con una prolífica fecundidad. –por su parte-… La prostitución, no obstante se le dé caza, se la encarcele y se le cargue de cadenas, es a pesar de todo un producto natural y un gran triunfo del puritanismo. Es uno de los niños más mimados de la bigotería devota.[2]
El matrimonio es para Goldman un engendro de los tres grandes cómplices en la opresión masculina contemporánea: el Estado, el capitalismo y la religión. Solamente cuando las mujeres y los hombres logren comprender que dos personas deben unirse con el único propósito de compartir su desarrollo personal, será posible superar los objetivos represores con que la sociedad contemporánea ha instrumentalizado el matrimonio.
La reproducción de la fuerza de trabajo que necesitaba el mercado liberal y de los guerreros que requería el Estado (los soldados), hicieron que la maternidad estuviera más que justificada, que fuera necesaria, pasando luego a ser recubierta con un halo de santidad y convirtiéndose en herejía el solo mencionar retribuirla.
Goldman pensaba que traer hijos al mundo representaba un serio compromiso para educarlos y quererlos de la mejor manera: por ello la decisión para tenerlos solo puede darse luego de una reflexión consciente y responsable por parte de la madre y no sobre la base de que simplemente es algo que debe hacer.
“El casamiento protege a sus vástagos, y no obstante, miles de niños se hallan en la calle, sin pan ni techo. El matrimonio protege a sus pequeñuelos y a pesar de todo, los orfelinatos rebosan de ellos, los reformatorios no tienen más sitios para alojarlos y las sociedades que tratan de prevenir los malos tratos contra la niñez no dan abasto rescatando a las pequeñas víctimas de las manos de padres amorosos, para colocarlas bajo la protección de sociedades de beneficencia. ¡Oh, el sarcasmo amargo de todo eso!” [3]
Para la Iglesia, que interpreta los instintos naturales como algo denigrante, la mujer debe renunciar a la satisfacción de sus deseos y al conocimiento de su cuerpo, dejando este al cuidado de quienes tiene el derecho divino de explotarlo, el padre y la Iglesia.
“¿Puede haber algo más repugnante que esta idea de que una mujer, crecida ya, sana, llena de vida y de pasión, se halle obligada a rechazar las exigencias imperiosas de su naturaleza, a tener que sofocar sus más intensos anhelos, yendo en desmedro de su salud, quebrantando su espíritu, absteniéndose de la profunda gloria del sexo, hasta el día que un buen hombre venga y la solicite para que sea su esposa? Y este es uno de los aspectos más significativos del matrimonio. ¡Cómo no ha de ser forzosamente un fracaso semejante transacción! En consecuencia, ese es uno de los factores, no poco importante, que diferencia el matrimonio del amor.”
El aborto y lo que representa son penalizados fuertemente, no por contrariar el valor de la vida humana (bajo la supervisión de la Iglesia) sino por ir en contra del propósito natural de las mujeres: el haber nacido para ser madres.
Goldman no perdió ocasión para promover y defender el derecho al aborto: el cuerpo de una mujer solo y exclusivamente puede pertenecerle a ella misma, y lo que ella decida sobre este debe ser respetado como parte de su autodeterminación.
Emma Goldman se califica a la sociedad patriarcal como lugar privilegiado de la esclavitud de la mujer y hace un enérgico llamado a todos los anarquistas del mundo para que luchen contra esta forma de opresión. Para Goldman, la utopía feminista es una nueva sociedad en donde la mujer llegue a ser dueña de su destino.
El Amor y la Maternidad Libre
Para Emma Goldman, el establecimiento de una sociedad autónoma pasa necesariamente por una plena libertad de la mujer sobre su cuerpo, expresada fuertemente en una libre maternidad, y por una de libertad de sentimientos y sexualidad a través del amor libre.
La maternidad obligatoria ya ha llenado siglos con sus patéticos resultados: mujeres con un desgaste emocional y físico insoportable; la vida convertida en una lucha por la sobrevivencia frente a una sociedad poco solidaria; miles de niños abandonados a su destino.
El producto de una maternidad carente de amor y libertad, no puede ser más que una masa de individuos aptos para ser aprehendidos por el sistema. Un instrumento reproductivo del sistema con el cual se garantiza nuevas generaciones de siervos.
“La mujer no necesita prestarse más a ser un medio de producción de una raza de seres enfermos, débiles, decrépitos, sin la fuerza ni el valor moral para sacudir el yugo de la pobreza y de la esclavitud.”5 La libre maternidad es rechazada por el sistema porque representa una pérdida de poder sobre el destino de los futuros individuos y sobre el útero de la mujer.
La maternidad libremente escogida, por el contrario, parte del nacimiento como un hecho fundamentado en la pasión. Para Goldman, al tener su origen en una relación sexual y sentimentalmente deseada, el nacimiento es el fruto de esa pasión –aquí Goldman se vuelve un poco romántica, señala la importancia de la intensidad emocional en contraposición con el de la duración- que es capaz de impulsarnos hacia el “nuevo mundo”. Pero además, estaría legitimado por el hecho de que se dio sobre la voluntad libre de la madre, en el tanto esta tendría la capacidad de detenerlo.
Goldman considera un crimen (contra la mujer y contra el hijo) traer al mundo niños no deseados. La maternidad libre busca precisamente que la mujer –y el hombre- tenga los hijos que desea, con quien desea, y que pueda mantener en condiciones apropiadas, sentimental y económicamente, para su correcto desarrollo.
Además, parece estar convencida de que esto reduciría considerablemente el abandono, la violencia y la pesadumbre que actualmente agobian las relaciones de pareja y la vida de los niños.
Por su parte, el amor libre es el único capaz de remediar todo el mal al que nos condena la institución del matrimonio: violencia sexual, física y psicológica contra la mujer, convivencias forzosas entre extraños que se han unido por razones materiales y de propiedad; dependencia y sumisión de la mujer.
El amor es la condición indispensable para una vida bella y si se quiere que sea verdadero solo puede ser libre: “¿Amor libre? Si hay algo en el mundo libre, es precisamente el amor”.
Pero el amor libre del que aquí se nos habla, no se limita al amor que pueda sentir una pareja o una madre hacia su hijo. También abarca la amistad, la solidaridad, el compañerismo, la lealtad y el compromiso con la liberación de nuestra sociedad. El amor libre, es entendido por nuestra autora como la fuerza que impulsa a los involucrados a liberarse mutuamente, un sentimiento capaz de remover todos los obstáculos imaginables.
El amor libre no se mide por su cantidad, sino por la riqueza emocional que cada persona es capaz de producir en el proyecto general de nuestra existencia. Además, Goldman era de la idea, de que sin el amor es imposible la solidaridad entre los humanos.
“Si el mundo ha de dar nacimiento al verdadero compañerismo entre los humanos, la fraterna unión de ellos, no el matrimonio, sino el amor será su padre fecundo.”
El Feminismo Anarquista
La diferencia entre los derechos del hombre y los de la mujer es solo artificial. Únicamente existe un punto que puede justificar la diferenciación y en el cual paradójicamente tanto mujeres como hombres deberán coincidir: la armonía entre los sexos y entre los individuos en general, no puede depender de la eliminación de las peculiaridades de cada uno, sino que la solución está en que cada uno se sienta dichoso de sus particularidades y al mismo tiempo, de estar en comunión con los demás.
“El egoísmo no es un crimen ni un obstáculo; lo es solamente dentro de las condiciones que permiten a un individuo stasifacer su egoìsmo en detrimento de los otros. En una sociedad anarquista cada uno buscará satisfacer su yo; pero como la naturaleza, nuestra madre, ha arreglado las cosas de manera que aquellos sobrevivan solo con la ayuda de sus vecinos, el hombre, a fin de satisfacer su yo, estenderá su ayuda a los que le prestarán la suya; i así, el egoísmo, resultará un bien. Tal es nuestro ideal.”
Este debe ser el fundamento de la verdadera democracia, del fin del antagonismo entre el hombre y la mujer. Esta mutua comprensión es considerada por Goldman suficiente para establecer la nueva sociedad, y al mismo tiempo, expresa su punto de vista respecto de la emancipación de la mujer.
Una vez eliminado todo resabio de opresión y convencionalismo, la emancipación permitirá a las mujeres alcanzar la máxima expresión de sus posibilidades, el objetivo principal con que se originó el movimiento de emancipación de las mujeres. ¡Libertad e igualdad para las mujeres!, esa fue la consigna inicial.
Desgraciadamente, por el momento la transformación de la mujer ha sido solo superficial. Ha generando un tipo de mujeres en las que la emancipación no ha logrado llegar al interior, en las que la lucha ha sido severamente traicionada.
Goldman se pregunta, qué ha conseguido el movimiento emancipador de la mujer?, el derecho al sufragio?, responde. Pero este es insuficiente para conmover los fundamentos del actual sistema político.
La igualdad económica con el hombre?. Pero su estructura física no le permite competir en igualdad de condiciones y aun cuando en algunos campos lo logra, su remuneración es menor que la de este.
Entonces de que independencia estamos hablando. De una por la cual las mujeres cambiaron la falta de libertad del hogar por la falta total de libertad de la fábrica?. Pero además, una independencia gracias a la cual ahora las mujeres deben cargar junto con su trabajo con el cuido del hogar.
Esta independencia es sumamente superficial y no es nada atrayente para Goldman, ni un verdadero ideal. Lo único que ha logrado es atrofiar la naturaleza amorosa y maternal de la mujer. (Ciertamente debo señalar –y rechazar- este punto culminante del romanticismo de la autora: naturaliza a la mujer, es la naturaleza que ha decidido ser fuente de vida por su propia voluntad, pero que al fin tiene un destino predeterminado. Goldman incluso parece molesta con aquellas que rechazan la posibilidad de dar a luz).
La verdadera idea de emancipación no es otra que el amor sin trabas; la profunda emoción de la verdadera mujer; la madre capaz de concebir en plena libertad.
Todo lo demás no es más que degeneración. Una que desde antes fue claramente anunciada por aquellos que lograron comprender que moralmente se mantenía en pie la superioridad indiscutible de los hombres y que esa moralidad era ampliamente utilizada por la mayoría de las mujeres liberadas.
Goldman llama a esta situación, la tragedia de la mujer moderna.
Pero aún es tiempo de retomar el rumbo. Para ello es necesario que cada vez sea más intenso el desdén, el desprecio y la indiferencia contra las antiguas tradiciones y los viejos hábitos. El movimiento de emancipación ha dado apenas el primer paso en este sentido, porque la verdadera emancipación debe iniciarse en el alma de la mujer. Deberá hacer desaparecer la absurda noción del dualismo del sexo, o que el hombre y la mujer representan dos mundos antagónicos.
Una concepción liberadora de las relaciones de los sexos no puede admitir que se hable de conquistado y conquistador, al contrario, para Goldman, promueve la idea de una entrega reciproca al otro, una entrega que colmará la vaciedad interior de la mujer contemporánea con la pasión ilimitada.
Emma Goldman creía que la lucha por la liberación del amor, los sentimientos y las emociones de la mujer, pasaba necesariamente por la destrucción del Estado.
Con frecuencia se opuso a las sufragistas porque estas le parecían burguesas de la buena sociedad que creían que con la obtención del voto podrían superar a los hombres y mejorar una civilización que venía fallando estrepitosamente desde hacia dos mil quinientos años.
En la nueva sociedad que soñaba Emma Goldman, la “mujer nueva” sería capaz de tomar sus propias decisiones tanto en el ámbito personal como civil.
Sus elecciones sexuales vendrían motivadas por una perfecta salud espiritual y física, donde sólo fueran válidos el amor y el placer. La maternidad sería también una elección libremente escogida. Ni el Estado ni la religión decidirían sobre un asunto que pertenecía a la más absoluta y responsable libertad personal.
Obra literaria
Es autora de Anarquismo y otros ensayos (1910) y de la autobiografía Viviendo mi vida (1931). Fue la primera persona en introducir y difundir las obras de Henrik Ibsen en los Estados Unidos. De 1906 a 1917 editó y publicó en EEUU. Mother Earth (Madre Tierra) una revista anarquista mensual.
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