Se pasa uno la vida tratando de hacerlos levantar el vuelo , y corres de su mano hasta que a una y a ellos les falta el aliento. A veces se estrellan... o dan contra el techo... Una los remienda, los consuela, los ajusta, les enseña.  Ve que el aire los eleva, y les asegura que algún día volverá.  Por fin se remontan en el espacio: necesitan más cuerda y una se las suelta, pero en cada vuelta del ovillo, la tristeza se mezcla con la alegría.  La cometa se aleja más y más, y una sabe que dentro de poco esa hermosa criatura romperá el hilo que la une a nosotras y volará como es preciso que vuele libre por sí sola. Entonces comprende una, que ha cumplido con su deber 
 
  
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